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viernes, junio 07, 2013

Dominicanos... tenemos que despertar

Las constantes incoherencias que uno tiene que escuchar en un país tan maravillosamente hermoso como República Dominicana son un profundo y verdadero contraste con las características esenciales del pueblo dominicano. Nosotros somos gente trabajadora, solidaria, alegre, valiente, hospitalaria, fuertes, incansables, resistentes, perseverantes, soñadores, inquietos, ingeniosos, responsables, humildes y sobre todo, somos un pueblo que cree y confía en el Creador. Si alguien no conoce al pueblo dominicano, por no haber visitado nuestra tierra o por no haber compartido con nuestros compatriotas que viven en diferentes naciones del globo terráqueo, les puedo asegurar que al menos ocho de cada diez dominicanos posee el 90% de las características antes descritas. Somos un pueblo que mira de frente al presente, que se levanta cada día pensando que hoy puede ser el mejor día de nuestras vidas, que no se conforma con lo poco sino que trabaja en busca de lo que anhela. Mujeres que quitan la comida de su mesa para compartirla con el recién llegado, hombres que no tienen miedo a las circunstancias que la vida pueda presentar en su camino, niños que ríen, juegan, bailan y confían en sus padres y creen en Dios. Eso somos los dominicanos.

Dentro de nuestra ingenua percepción de la vida, dentro de nuestra inocencia de pueblo que no conoce la maldad, hemos permitido que muchas de nuestras autoridades estén compuestas por varios de los avivatos, ambiciosos e indolentes muertos de hambre que sólo buscan el beneficio propio y no el de nuestra población en sentido general. Esas cosas tienen que cambiar. Nuestro pueblo tiene que despertar. Tenemos que entender que un presidente es un empleado del pueblo, que nosotros pagamos su salario y depositamos en él la confianza para que administre nuestro patrimonio. Tenemos que comprender que los legisladores son también nuestros empleados, que su misión es elaborar y modificar las leyes que rigen el contrato social dentro del cual hemos formado nuestra nación, que no podemos seguir permitiendo que llegue al congreso ninguna persona analfabeta, no porque los analfabetos carezcan de derechos sino porque no están preparados para una misión tan delicada como la que corresponde a un congresista. Los dominicanos tenemos que entender que los jueces son también empleados nuestros, que tienen que sujetarse a nuestros designios, que si aparece alguna ley que al pueblo no le convenga tenemos el derecho a reclamar que sea derogada o modificada por el congreso y luego bien ejecutada por el poder judicial. Los dominicanos tenemos que despertar.

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