El presidente de Francia, el señor Francois Hollande, se comprometió con los gays, durante la campaña electoral, a resolverles unos cuantos asuntitos. Estos políticos hacen cualquier cosa con tal de ganar, cualquier cosa menos asumir con responsabilidad sus deberes ciudadanos. Por eso es que los franceses no creen en cuentos. Ayer desfilaron en París decenas de miles de ciudadanos franceses en contra de la posible aprobación del proyecto de ley que permitiría a los homosexuales contraer matrimonio.
Estamos hablando de una de las naciones más libres y liberales del mundo. Estamos refiriéndonos a la cuna de los derechos humanos. Esto es sencillo mi gente, si los gays tienen derecho a exigir que los dejen contraer matrimonio, pues también el resto del mundo, que somos muchísimos más, tenemos derecho a exigir que no se contamine la institución del matrimonio permitiendo que individuos del mismo sexo puedan contraerlo. El matrimonio es para un hombre y una mujer. Si quieren que se inventen una fórmula especial para ellos y les pongan el nombre que a ellos les plazca: Homonión, gaynión, lo que ellos quieran, pero que dejen al matrimonio tranquilo. Que no insistan en desvirtuar más el concepto de familia y que apunten para otro lado.
Apoyo a los franceses y el mundo entero debería imitarlos en su lucha contra esta plaga.
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