El Ministro de Administración Pública, Ramón Ventura Camejo, es uno de los poquísimos funcionarios y dirigentes peledeísta que permite a uno pensar que en el PLD puede haber gente seria. Lo digo sin ningún tipo de exageración. La conducta de Ventura Camejo, la que él exhibe en sus intervenciones ante la prensa y en actos propios de su funciones ministeriales inspiran la confianza que muy pocos de sus compañeros de partido puede inspirar al pueblo dominicano. Eso es así.
Hace un par de días estuvo en El Despertador, con Marino Zapete y Edith Febles, y una vez más hizo acopio de la humildad y comedimiento que lo caracteriza. Confieso que no es tan fácil para mí, el conceder atributos positivos a los dirigentes del PLD, mucho menos a los que, como Ventura Camejo, son parte del Comité Político de ese partido, porque ellos ya han demostrado lo que son, con hechos sobrados, pero este señor es una de las muy pocas excepciones, sería injusto no reconocerlo.
Más, me causa algo de pesar el comprobar la tímida posición con que justifica Ventura Camejo las multimillonarias declaraciones de bienes de sus compañeros de partido. Él dice que: algunos de ellos son habilidosos, otros heredaron fortunas, otros ejercen productivamente sus respectivas profesiones, y agrega que él no posee ninguna de las mencionadas virtudes. ¡Por favor!
Si esos compañeritos de Ventura Camejo hubieran tenido tantas habilidades para negociar: no se enganchan a políticos; no hubieran llegado a tener tanta edad sin poseer un centavo, como la mayoría de ellos, que vivían en pensiones maltrechas y en condiciones casi paupérrimas antes de 1996; y sobre todo, si tuvieran tales habilidades, no tendrían a nuestra nación enpantanada dentro de este maldito déficit fiscal del cual ellos todos son corresponsables junto a Leonel Fernández.
No, Ventura Camejo, ese intento suyo de parecer caballero y comedido, es sólo una mancha, muy fea, en el cristal a través del cual la sociedad lo mira. En sus manos está la responsabilidad de auditar las dependencias y ministerios que sus compañeros desfalcaron para hacerse de sus fortunas mal habidas. Cumpla con su trabajo y permítanos seguir pensando que usted es un hombre serio. Y por favor ya no intente justificar lo que todos sabemos… Esos tipos sólo se robaron nuestro dinero.
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