Hay mucha gente formulando un millón de preguntas acerca de la tragedia aérea que terminó con las vidas de los tenientes dominicanos Rafael Eduardo Sánchez y Carlos Manuel Guerrero. Me sumo a los que opinan que nuestros pilotos, cuya misión es la de proteger nuestro espacio aéreo, no deberían estar participando en espectáculos de entretenimiento. Nunca le he visto sentido a esos asuntos.
Hoy nuestro pueblo siente la pena de haber perdido a esos dos muchachos, de 27 y 25 años de edad, de origen humilde, que se esmeraron en obtener el adiestramiento para llegar a ser pilotos, que representaban una luz de esperanza para cada una de sus familias… Que eran valiosos jóvenes dominicanos.
Algunas explicaciones de la tardanza en rescatar sus cuerpos del agua carecen de lógica para mí. Que el agua ahí es turbia porque el río Ozama desemboca en esa zona y por eso los buzos pierden visibilidad a unos cinco pies de profundidad. ¿Por favor! Nada de eso es nuevo. El río Ozama ya desembocaba ahí mismo antes del domingo ¿Por qué no se tomaron las previsiones necesarias para que lo turbia que el agua pudiera estar no fuera una excusa para tardar una hora en rescatar los cuerpos de los jóvenes pilotos? Por ej. Pudieron haber seleccionado un área donde el agua fuera menos turbia. Se sabe que nadie quiere que ocurra un acidente pero un evento de tal envergadura debe contar con medidas previsoras diseñadas por profesionales.
Imagínense una carrera de Formula 1 cuyos organizadores argumenten que no pudieron rescatar a un piloto de su auto en llamas porque la pista, que ellos seleccionaron para montar el evento, estaba resbalosa y los camiones de bomberos patinaban. Sencillamente ridículo.
Para colmo, están las declaraciones del hermano de Rafael Eduardo que aseguró que su hermano fue obligado a participar en el show aéreo contra su voluntad, porque recibió una orden superior.
Ojalá algunas preguntas de este trágico accidente sean respondidas algún día.
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