¡En esta esquina!... con todos los premios Casandra del mundo en su estante, y acompañada de un contingente periodístico nunca visto en una sola rueda de prensa, la controversial comunicadora dominicana ¡Nuria "la Fiera " Piera! Aplauso, aplauso.
En la otra esquina, la muestra más clara de que los caciques han sobrevivido desde la colonización hasta nuestra era, y que a ellos les importa un comino lo que piense cualquiera, el excongresista trujillista y actual superintendente de seguros, además miembro del comité político del partido oficialista… ¡Euclides "el Robaluz" Gutiérrez! Abucheos generales.El árbitro de este combate, resacado de tantos wikileaks consumidos en los últimos tiempos, y ahora mismo más caliente que el sol de las doce del mediodía en las dunas de Baní… ¡El Poder Judicial dominicano!
¡Suena la campanita alegre!, inmediatamente Nuria agarra un contador eléctrico y se lo ajusta en la cabezota a "el Robaluz," quien reacciona sorprendido y, aturdido ante el contundente ataque de la rubia informativa, se dirige dando tumbos a su esquina donde le aguardan varios funcionarios del gobierno. Euclides le choca la palma a Celso Marranzini, este entra en relevo australiano e intenta auxiliar a Euclides. Le tira a Nuria un cable-cheque sin fondos con 200 mil embustes amarrados. Nuria da una vuelta maroma y esquiva el golpe. Marranzini sale del ring asustado y agita la palma de su mano buscando relevo. Todos en la esquina de Gutiérrez se hacen los locos e ignoran la solicitud de Celso. Euclides queda sólo en el ring.
La Fiera vuelve a ponerse en posición de ataque y, sin permitir que Euclides se reponga, vuela por los aires y le conecta patadas voladoras al pecho de Euclides, quien rebota de las cuerdas y mira alrededor atónito ante la embestida de la rubia informativa. Algunos de los presentes aseguran haber escuchado a Euclides susurrar "¡Ay, si el Jefe viviera!"
La campana anuncia el término del primer round, justo cuando Nuria se disponía a golpear a Euclides con un transformador. El árbitro se interpone y Euclides lanza un suspiro de alivio.
Euclides dirige amenazas a los patrocinadores de la Fiera, estos hacen caso omiso a los berrinches de "el Robaluz," quien patalea en el ring y le pega un panzazo al árbitro.
En la esquina de Nuria, los periodistas preparan: ácido de batería, cables de alta tensión y dos baterías de inversores en una catapulta que pretenden lanzar en el segundo round.
Esta historia continuará….
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