Michel "el Buenón," se queja de la DGA.

El salsero dominicano Michel, el más pegado entre los salseros quisqueyanos de la actualidad, ha denunciado que la Dirección General de Aduanas le ha impedido, injustamente, que entre al país unas tres mil copias de su más reciente producción que él pensaba distribuir de forma gratuita entre sus seguidores y establecimientos comerciales donde tocan su música.

¡Eso no tiene mucho sentido! Si los discos compactos tienen un logo que dice "Promo Only," cualquiera sabe que eso es para promocionar y regalar, que no va a haber una ganancia material en la venta de esos cd's  porque no se van a vender.

Lo peor del caso es que Michel dijo que en países como: México, Venezuela, Colombia, Inglaterra e Italia, él hace lo mismo y no le impiden entrar su promoción, porque todos saben que no es para venderlos sino para promoción.

Según Michel, los discos le costaron unos veinte centavos de dólar norteamericanos en Miami y la DGA le quería cobrar dos dólares por cada uno para dejarlos entrar. ¡Que barbaridad!

Hay cosas que suceden en mi país que no se entienden. Si Michel adquiere esos discos compactos en Estados Unidos, se supone que en vez de pagar impuestos por invertir en su promoción artística lo que deberían las autoridades es deducir ese gasto que hizo Michel de los impuestos que él tiene que pagar anualmente. Eso es simple lógica tributaria. Pero, aún si quieren cobrar impuestos, porque a ellos les parece y porque así lo quieren, y consideran los discos como un lujo o una mercancía cualquiera que Michel compró en Miami, aún en esa estupidísima manera de ver las cosas, todo sigue siendo ilógico.

Es que si Michel gastó seiscientos dólares norteamericanos en esa mercancía, y las reglas tributarias ordenan que uno debe pagar el 30% de los artículos que uno compra en el extranjero, los impuestos por los discos de Michel serían solamente unos 180 dólares norteamericanos y la DGA le quiere cobrar 6 mil dólares. Entonces ¿a quién le creo?

A la DGA que revise ese caso y Michel que no se quede de brazos cruzados y reclame sus derechos. Que se asesore con un especialista en derecho tributario, que para eso están las leyes.