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sábado, marzo 23, 2013

El Buquí: especie en peligro de extinción.



En República Dominicana se denomina “buquí” a todo aquel individuo que tiene el buen comer como una de sus actividades predilectas y principales de su diario vivir. Las cuatro palabras favoritas de un buquí son: desayuno, almuerzo, merienda y cena. Una quinta palabra sería picadera, aunque algunos buquíes se tienen prohibido eso de “picar” o comer pequeñas cantidades entre comidas. Ah sí, porque la cantidad es esencial para la correcta digestión de un verdadero buquí. ¡A mayor cantidad mejor digestión!.

A través de la historia, el buquí ha tenido que enfrentar grandes amenazas para su estirpe. Primero fueron los gimnasios y las clases aeróbicas que estos imparten. Los buquíes veían preocupados como la gente se esmeraba en perder peso y cada vez era menos frecuente ser convidado a cenas de lechones o puercos asados, locrios de chivo, espaguetadas con chuleta y hasta los sándwiches completos estuvieron a punto de desaparecer.

La segunda gran amenaza que enfrentó la clase buquista ocurrió cuando se puso de moda el estudiar para nutricionista y/o endocrinólogo. Los buquíes tuvieron que ponerse de acuerdo para exhortar a sus familiares a no estudiar profesiones tan intimidantes, pues tener un miembro de la familia  nutricionista o endocrinólogo significaba una mala influencia para la doña de la casa, a quienes inducían a cocinar poco arroz, poquita carne y muchos vegetales.  Todo verdadero buquí sabe que los vegetales no llenan la panza como es debido.

Gracias a Dios y al esfuerzo conjunto de la Asociación Dominicana de Buquíes (ADOBUQUÍ), la Federación de Buquíes incorporados (FEDOBUQÍ), y la Logia de buquíes de Santo Domingo, esa noble raza de hombres dedicados a ingerir la mayor cantidad de alimentos posibles en cada día de sus vidas, pudo sobrevivir a tan insensibles ataques en contra de sus derechos personales.

Hoy en día, el buquí enfrenta una nueva amenaza… el gobierno morado. Se hace casi imposible para un buquí promedio ingerir las dos libras y media de arroz acostumbradas, con pollo y medio o una pierna de cerdo de compaña, los seis panes de agua o sobao con pica pica, huevos o salami, en el desayuno o la cena, el moro de guandules con coco es casi una malapalabra, y ni hablar de las dos libras combinadas de yuca, batata, platanos y yautía, porque los precios de hoy en día son más que alarmantes. Condecirles que un limón, que antes usted recogía en el patio de cualquier vecino, hoy  cuesta doce pesos dominicanos la unidad. Hay que recordar que una de las reglas principales de un auténtico buquí es la de nunca comer sin tener al lado un jarrón de jugo. El agua puede esperar para más tarde, pero a la hora de comida, tener al lado un jarrón de jugo es obligatorio para todo buen buquí.



Si la comida sigue tan cara en Dominicana los buquíes van a desaparecer. La amenaza sigue latente… seguiremos con el tema.

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