No hay que esperar que la sangre llegue al río, eso no es lo que se quiere. Lo que pasa es que los poderosos del mundo tienen que entender que la cosa no es igual hoy que ayer, los jóvenes de hoy no están dispuestos a vivir de migajas mientras ellos se sirven maravillosos banquetes. Brasil no es el inicio, tampoco es el final. Las protestas escenificadas por los hermanos brasileños en contra del alza del transporte público y en reclamo de mejores condiciones de vida son justas y universales, lo malo es que haya gente herida en las calles, que se saqueen negocios, que incendien plazas comerciales… eso no beneficia a nadie.
Las protestas son un derecho constitucional de los pueblos democráticos, pero hay que llevarlas a cabo con orden y disciplina. No hace falta usar la violencia ni el caos para exigir que sean respetados nuestros derechos. Estas cosas se salen del control de las autoridades cuando no escuchan el clamor del pueblo. Desde inicio de este mes se han venido presentando protestas aisladas por el alto costo de la vida, el anuncio de aumento al costo del transporte, la corrupción y el gasto público exagerado en asuntos que nada tienen que ver con la calidad de vida del pueblo, pero no les hicieron caso a esas protestas ¿Resultado final?Brasil lleva tres días encendido en varias de las principales ciudades de esta nación que solamente se alborotaba para los tiempos de carnaval. Veremos que sucederá.
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