No recuerdo un solo presidente de la Junta Central Electoral que haya salido de ese puesto sin causar una mala impresión o dejar un conflicto en el aire. Pareciera como si el poder obnubilara el pensamiento de los que son nombrados en tan importante posición… preocupante, muy preocupante. Roberto Rosario, presidente actual de la Junta, ha roto todos los récords en ese sentido. Ha hecho lo que nunca se había hecho: armar conflictos internos con sus propios compañeros de trabajo. Lo hizo antes de que se modificara la composición de la Junta, lo dejaron en ese puesto por deudas entre él y Leonel Fernández y sigue teniendo problemas con todo el mundo. ¡Válgame Dios!
La población dominicana parece no darse cuenta de lo importante que es para nuestras aspiraciones a vivir algún día una verdadera democracia el hecho de tener un presidente de la J.C.E. imparcial y competente, por eso no le han hecho mucho caso a las payasadas de Rosario. Pero, el cierre de las oficinas que brindaban servicios a los dominicanos en el extranjero es el colmo de las estupideces. Como si él no supiera que uno de los pilares de nuestra economía lo es el envío de remesas de nuestros hermanos a sus familiares aquí en la patria de Duarte. Hay que ser tremendamente ignorante para querer perjudicar a esos dominicanos que ya tienen demasiado con vivir lejos de su tierra y que ahora pretendamos negarles un derecho que se han ganado con el sudor de su frente. ¡Bárbaro!
En este momento es de una mayor trascendencia para nuestros hermanos en el extranjero poder contar con las actas del estado civil en cualquier lado donde residan, especialmente en los Estados Unidos, porque la reforma migratoria que esa nación está llevando a cabo amerita que nuestros compatriotas tengan a mano la facilidad de adquirir sus documentos de identidad personal. Hay que resolver ese asunto. A los dominicanos en el exterior tenemos que brindarles todo el apoyo posible. Eso es asunto serio.
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