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martes, julio 19, 2011

El chivito y el león.












Esta es la historia de un chivito sanjuanero, cuyo nombre mencionar no quiero. Todos se burlaban del chivito por desgarbado, flaco y chiquito. Y se acostumbró el chivito a su cara de amargura que estropeaba su autoestima, pero como todo chivito él también soñaba con alcanzar la cima.






Un día el chivito encontró un león que no tenía la menor idea de para qué había venido al mundo, se pasaba haciendo mandados a los leones mayores quienes también, a veces, le permitían que diera clases a los cachorritos que no podían pagar un profesor mejor. Fue así como se unieron el chivito y el león.






El chivito enseñó al león a pararse derecho y hasta le hizo creer que podía ser rey de la jungla. Juntos lo lograron, el león confundido y el chivito desgarbado toda la jungla para ellos conquistaron.






Un día el chivito se cansó de estar siempre a la sombra del león y le dijo; león, llegó la hora de mi consagración, ahora me toca ser rey de la jungla. El león se burló del chivito; pero mira nada más, ¿quién ha visto a un chivito compararse con un león?. Los otros 23 miembros del zoogreso también se burlaron del chivito desgarbado. Pero león, replicó el chivito, fui yo quien te enseñó a pensar cuando tú lo que hacías era ir a los mandados, hasta la melena te arreglé, te hice rolos y…. el león lo interrumpió, Calla chivito y sal de aquí.






El chivito desgarbado salió cabizbajo, gimiendo bajito, sólo repetía; me venció el estado.






El león quiso gobernar tal y como el chivito le había enseñado. Pero pronto se dio cuenta que de toda la jungla, ni él ni el chivito, ni un solo detalle habían arreglado. Así que, creyendo que él también podía pensar, empezó a coger prestado. Se buscó de socio un gato flaco y malvado, también sanjuanero, quien además era allantoso y lisonjero. Entre los dos comenzaron un nuevo juego, igual de disparatoso que el primero.






Siete años gobernaron corridos y la jungla se les caía encima. Los caminos se inundaban y los ríos se secaban. El pueblo hambre pasaba porque ya nadie sembraba. En fin, la jungla se deterioraba por lo mal que aquel león gobernaba, deudas y necesidades era todo lo que quedaba.






Asustado, el león se dio cuenta que debía abandonar el reinado pues ya todo el pueblo quería mandarlo a la hoguera y cocinar un león a la parrilla. Muchos de sus alcahuetes le abandonaron y corrieron al lado del chivito desgarbado. Tú eres nuestra salvación, por favor sálvanos de este león. ¡Ay! ¿pa' que fue eso? el chivito comenzó a dar brinquitos de aquí para allá y a prometer todas las cosas que nunca hizo cuando gobernaba junto al león. Tantos brincos daba que no se enteraba, nadie creía aquellas palabras vanas y ninguno apoyaba su figura desgarbada. Bueno, solamente los mismos alcahuetes que se habían enriquecido junto al león ahora querían seguir comiendo al lado del chivito sanjuanero.






Al final sucedió lo que tenía que pasar, el pueblo enardecido les dio a los dos la madre de las palizas, tanto el chivito como el león abandonaron el reino y fue entonces cuando la jungla comenzó a respirar y a mejorar.






Moraleja de esta historia: El chivito y el león el mismo disparate son.

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