La carencia de viviendas en la República Dominicana es un asunto que debemos resolver con extrema urgencia. Para eso hace falta que se construyan edificios multifamiliares que luego sean vendidos por el Estado, sin intermediarios, a los dominicanos que promueven el desarrollo, la seguridad y la educación de nuestra nación: profesores, policías, enfermeras, doctores, trabajadores sociales, defensores públicos, guardias y, en última instancia, profesionales liberales. Esa es una buena recompensa para esos servidores del pueblo, además el Estado recuperaría su inversión en un plazo entre diez y veinte años, según la situación lo amerite.
La población dominicana ha crecido vertiginosamente en las últimas dos décadas. En los pasados 15 años la inversión del Estado en viviendas para el pueblo ha brillado por su ausencia. No son tres o cuatro casitas, necesitamos cientos de apartamentos para que nuestra gente viva de una forma decente.
La construcción de viviendas genera empleos; la ociosidad es la madre de todos los vicios, tía de la violencia y el crimen, , prima del hambre, madrina de la ignorancia y abuela del atraso y del estancamiento social de un país.
¡Pongamos a trabajar a nuestra República Dominicana!
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