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jueves, febrero 24, 2011

Teléfono celular y el cerebro humano.

Siempre he opinado que la ciencia humana está muy atrasada. Los adelantos científicos son controlados, por un pequeño grupo de personas en el mundo, y solamente llegan al común de las personas cuando ese pequeño grupo está seguro de poder sacar su inversión quintuplicada. Por eso insisto en que debemos incentivar a nuestros muchachos a que se inspiren en la ciencia investigativa. ¡Necesitamos muchos científicos latinoamericanos!

Esta semana la revista Jama dio a conocer el resultado que el Instituto Nacional de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) obtuvo de sus estudios referentes al uso del teléfono celular y su efecto sobre el cerebro.

Los investigadores, dirigidos por Nora Volkow, vigilaron por espacio de un año a 47 individuos a los cuales colocaron dos celulares, uno en la oreja izquierda y otro en la derecha, a veces encendidos, otras veces apagados o uno encendido y otro apagado. Esto lo hicieron diariamente por espacio de 50 minutos cada día. Tomaban tomografías de los sujetos estudiados y mediante técnicas experimentales evaluaban las reacciones que se producían en el cerebro.

¿Resultado? Descubrieron que el metabolismo de la glucosa en el cerebro aumenta un 7% en el área cercana a la antena del teléfono. Atribuyen dicho aumento a los campos electromagnéticos de radio frecuencia modulada a que se expone el cerebro por el uso del teléfono celular. El propósito de ese y muchos otros estudios, de similares características, que en los últimos tiempos se vienen llevando a cabo es, principalmente, descubrir o descartar efectos cancerígenos del uso de esta tecnología en el cerebro humano. Pero no han podido lograr su objetivo.

Yo digo, si no logran obtener resultados convincentes y específicos respecto a lo que buscan ¿Para qué publican dichos resultados? Y se pasan asustando al ciudadano común, que no entiende mucho de esos experimentos, que cuando escucha hablar de cáncer, tumores cerebrales y demás horribles patologías, termina asustándose y algunos hasta se enferman sin tener cosa alguna en su cuerpo.

Mi primer teléfono celular lo tuve en 1991,  desde entonces los científicos están tratando de investigar el efecto que produce usar estos aparatos frecuentemente.

Te apuesto a que van hacer como las doñas dominicanas que arreglan los sueños después que salen los números de la lotería.

¡Necesitamos muchos científicos dominicanos!

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